Una mirada desde la Bienal de Venecia

 

 

Desde mi primera visita al Pabellón de Venezuela en Giardini, en los prestigiosos jardines de la bienal, quedé impresionado por su presencia majestuosa, con la bandera de Venezuela ondeando en alto. A diferencia de muchas naciones que ni siquiera poseen un pabellón propio y deben alquilar espacios fuera del centro de la exposición...

A lo largo de los años, Venezuela ha experimentado cambios notables. Hace más de quince años, el maestro Asdrúbal Colmenares me señaló que "la economía refleja el estado artístico del país", y esta afirmación sigue siendo más relevante que nunca.

Sin duda, esto se ha reflejado en los movimientos artísticos globales, como el impresionismo y el cubismo en París, el expresionismo abstracto y el auge del Pop Art en Nueva York, así como el ascenso de los YBA (Jóvenes Artistas Británicos) en Londres, entre otros.

 

 

El Pabellón de Venezuela es una joya arquitectónica diseñada por el renombrado arquitecto Gio Ponti. Se encuentra a escasos 50 metros de la entrada principal, donde la semana pasada vi a más de 150 personas ansiosas por ingresar a una bienal que ya había comenzado varias semanas atrás.

Lamentablemente, debo señalar que el Pabellón venezolano ha estado en deterioro durante varios años, y las representaciones de este año me han parecido desalentadoras. Pasar de sentir el orgullo al ver tu bandera a enfrentar la triste realidad es una experiencia impactante.

Queridos lectores, para poner esto en contexto, el Pabellón de Venezuela se concibió en una Venezuela llena de potencial, justo entre los pabellones de Suiza y la Antigua Unión Soviética (hoy Rusia), que, por razones obvias, permanece cerrado.

La Bienal de Arte es el equivalente a las Olimpiadas en el mundo del arte y se celebra cada dos años. Presenta a los máximos exponentes de cada nación. Por primera vez en la historia, se eligió a una mujer como curadora, y dos mujeres afroamericanas (Estados Unidos y Reino Unido) ganaron la bienal.

El Pabellón de Estados Unidos, titulado "Soberanía" de la artista Simone Leigh, se encuentra a pocos metros del Pabellón de Venezuela y presenta una declaración artística muy impactante, explorando la "Estética Relacional".

Otro espacio que me dejó asombrado fue el Pabellón de Dinamarca, justo frente al de Venezuela. Aunque su arquitectura exterior puede parecer simple, como una caja de fósforos, la exhibición en su interior es tan impresionante que mis ojos no podían apartarse de ella ni para tomar una fotografía con el teléfono.

Hoy en día, en un mundo hiperconectado, la información se propaga a la velocidad de la luz. Antes de llegar a Venecia, algunos colegas ya me habían compartido videos del Pabellón de Venezuela. Lamentablemente, la muestra me pareció tan decepcionante que dudé en entrar cuando llegué a Giardini. En un evento que equivale a las Olimpiadas del arte y con la oportunidad de conocer a maestras y representantes excepcionales del arte venezolano en persona, es desalentador que la muestra sea mediocre, simple y predecible incluso en su museografía.

Los dejo con una pieza que realicé en la entrada del Pabellón de Venezuela, mi expresión ante un espacio que provoca que uno cronometre su visita debido a la rápida salida de la gente.